¿Cómo medir la salud financiera de una empresa?
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Cámarabilbao
No es del todo extraño pensar que la salud financiera de una empresa consiste en tener muchos millones de facturación, tener un gran margen bruto o un EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) enorme, pero ¿es realmente esto salud financiera de una empresa?
Aunque esos millones o los altísimos márgenes facilitan la actividad de una empresa, no son garantía de nada. Las buenas cifras de negocio, no siempre son positivas, puede que incluso resulten perjudiciales. Para la RAE, salud es el “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”, y para la OMS se trata de “un estado de completo bienestar físico […], y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Dos definiciones complementarias, pero con sus matices.
Si traducimos las definiciones al mundo de la empresa, según el Centro de Investigación Financiera del BBVA, podemos entender que la salud financiera es un estado de las empresas (y las personas) que se caracteriza por poder cumplir sin problema con las obligaciones financieras y sentirse tranquilo con respecto a su futuro financiero y con libertad para hacer planes. En definitiva, una definición que se aproxima muy mucho a la que la la RAE o la OMS dan al concepto de salud, pero en este caso trasladándolo al mundo de la empresa.
El problema principal de lo que consideramos como salud financiera es que se trata de un grupo de conceptos generales que no se pueden cuantificar. Esto nos lleva a una opinión y no una realidad. No es recomendable basarse en opiniones al tratar a diario con el sustento de familias trabajadoras, accionistas, proveedores y demás agentes involucrados.
Por todo ello, los economistas han definido una serie de métricas que permiten conocer la salud financiera de una empresa, anticiparse a los problemas y conocer su solvencia. Las métricas responden a la liquidez con la que cuenta la empresa, su solvencia, la eficiencia o la rentabilidad.
En cuanto a la liquidez, es importante atender a lo que se conoce como “caja” a corto y largo plazo. Las empresas deben garantizar su solvencia en un plazo breve de tiempo, pero también en un futuro más alejado, ya que de ello dependerá la supervivencia de la propia compañía. Con la liquidez a corto plazo debemos comprobar si somos capaces de cubrir la deuda con los activos con los que cuenta la empresa. La solvencia, aunque va en consonancia, responde a la capacidad de la empresa para atender las deudas en cualquier momento.
La eficiencia responde a la capacidad que tiene la compañía de generar ganancias por cada euro en ventas. Cuanto mayor sea este ratio, más eficientemente estará actuando la empresa, suponiendo, a su vez, menores obstáculos en sus finanzas.
Por último, la rentabilidad responde a la capacidad que tiene una empresa de sobrevivir a largo plazo. Una compañía puede sobrevivir sin ser rentable, pero ¿durante cuánto tiempo puede sostener esta realidad?
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